Cada ser que nace viene con un don. Ese don permanece en nuestro interior y cada tanto se manifiesta para ayudarnos a transformarnos y superarnos. Es como una varita mágica que nos ayuda a convertir los sueños en realidad y a cambiar nuestra pequeña porción de mundo.
Las hadas y las princesas están de moda entre las niñas. Ambas prometen un sueño mágico: el poder de cambiar el mundo a través de la creatividad y la fantasía.
Cuando nos recibimos de diseñadores recibimos un papelito enrollado con una cinta, ahora me doy cuenta que no es otra cosa que una varita mágica que nos habilita a poder transformar lo feo en bello, o unos simples palos de brochette en piernas, o un recorte de tul que posiblemente terminaría en la basura en el hermoso vestido de una princesa.
martes, 21 de octubre de 2008
Delicada princesa en cerámica
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