Me encanta diseñar juegos de ajedrez, no sé si porque soy un poco bipolar, o porque soy de libra y me estoy balanceando constantemente para encontrar el equilibrio. Según un profesor, yo tengo en el cerebro una especie de tablero de ajedrez donde juega partidas el arte contra lo industrial, lo serio contra lo gracioso, el diseño para adultos contra mi lado infantil, la libertad creadora contra la razón.
Creo que es una buena descripción de las cosas que me suceden a menudo cuando diseño.
Volviendo al juego, quise tomar dos prototipos opuestos, dentro del pensamiento colectivo de todos los tiempos, sobre lo bueno y lo malo.
No importa quien tu creas que son los buenos y quienes son los malos, si las piezas blancas o las negras. Lo importante es que te diviertas un rato, con estas simpáticas piezas.
Para las piezas blancas me inspiré en una comunidad franciscana.
Los caballos fueron sustituidos por otros animales, que se relacionan al pesebre donde nació Jesús, como la vaca y el burro.
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